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La INUSUAL HISTORIA de los PUENTES DE SAMANÁ (están dedicados a Napoleón Bonaparte 🤔)

  • Writer: Kiskeya Life
    Kiskeya Life
  • May 21, 2022
  • 7 min read

Es imposible imaginarse a Samaná sin sus puentes. Todos los conocemos, todos los hemos visto y algunos de nosotros hasta tuvimos la energía para caminarlos. Le dan un toque único a la bahía y son sin dudas una atracción turística. ¿Pero a dónde llevan? ¿Qué hay en el cayo donde terminan?  ¿Y por qué existen?

Vamos a explorar estos puentes peatonales, para que tu no lo tengas que hacer, e investigar klk. Pero con un total de más de un kilómetro de longitud, toma un rato para llegar, así que hasta que lleguemos, déjenme contarles la historia de sus orígenes, los cuales comienzan con el emperador francés Napoleon Bonaparte y su obsesión con Samaná.

La visión de Napoleón

La Península con sus inmensos recursos y su excelente bahía localizada en un lugar estratégicamente importante para América, siempre fue deseado por muchos imperios, pero en especial por el emperador francés Napoleón Bonaparte.

Su legado es complicado y paradójico. Es recordado tanto como un brillante estratega militar, un líder patriótico, y un dictador tirano. La leyenda popular de que fue un chamaquito bajito y que por un complejo de inferioridad quiso conquistar el mundo, es completamente exagerada – él era de estatura promedio para su tiempo.

Pero sin dudas quiso conquistar el mundo para Francia. Su meta fue volver a la isla de Santo Domingo, Saint-Domingue en francés, el eje de su imperio en América, por lo cual necesitaba establecer su poder ahí. El problema fue que unos esclavos se habían rebelado contra él.

En 1801 gran parte de la isla estaba en manos del gobernador de Saint-Domingue, el ex-esclavo Toussaint Louverture. Pero Louverture declaró su alianza a Francia: querían seguir siendo una colonia francesa – solo no como esclavos. Pero Napoleón no le confiaba. Despachó una flota de más de 60 naves con unos 80,000 soldados franceses a bordo a la bahía de Samaná. Dejó a su cuñado Charles Leclerc encargado para acertar su poder sobre la isla.

Leclerc arrestó a Louverture y lo mandó a Francia, donde murió en el exilio. Leclerc llegó a ser el nuevo gobernador de la parte francesa de la isla, con la misión de conquistar el resto también. Así comenzó la era de Francia en Santo Domingo.

Pero las ambiciones de Napoleón, como de costumbre, le salieron caro. Ni los ex-esclavos ni los dominicanos se mantuvieron tranquilos. De los 80,000 soldados franceses, unos 50,000 perecieron, la gran mayoría por fiebre amarilla, incluyendo Leclerc.

Así Napoleon tuvo que nombrar al general Jean-Louis Ferrand como el nuevo gobernador de Saint-Domingue, uno de los pocos generales todavía vivos. Él sería el hombre que, en representación de Napoleón, formaría el destino de Samaná. Mandó a medir, evaluar y parcelar la península, y la repartió a decenas de colonos franceses.

Pero los planes más épicos fueron convertir el pequeño pueblo de Santa Bárbara de Samaná en una majestuosa metrópoli al estilo de París y Bordeaux, con plazas, teatros, iglesias, casernas, hospitales, fuentes, una prisión y un palacio con un jardín al estilo Versaille. La nombró La Ville du Port Napoléon – La Ciudad de Puerto Napoleón, en honor de… bueno, Napoleón. Claro, Ferrand también quiso inmortalizarse a sí mismo, por lo cual el muelle y una calle principal llevaría su nombre.

Aparentemente los colonos franceses comenzaron a delinear las calles según los planes de Ferrand, y construir casas y edificios al estilo colonial francés, transformando a Santa Bárbara en un precioso pueblito Francés, que fue además próspero. Muchos de los colonos franceses se quedaron, y sus descendientes llevan sus nombres hasta hoy. Además, el Santa Bárbara de Samaná moderno, conocido hoy simplemente como Samaná, existe precisamente sobre las antiguas delineaciones de Port Napoléon.

Pero, el sueño de Napoleón y Ferrand de un Port Napoléon nunca se cumplió.

La razón fue porque los Dominicanos rehusaron aceptar el dominio Francés. Ferrand perdió el control, y después de la famosa batalla de Palo Hincado, Ferrand se quitó la vida. El sueño de Port Napoléon se perdió en las corrientes de la historia.

Hasta que llegó Balaguer.

La visión de Balaguer

En 1966 llegó al poder Joaquin Balaguer. Balaguer, un intelectual con un buen conocimiento de la historia, conocía muy bien los planes de Ferrand y Napoleón, y aparentemente decidió cumplirlos. Durante sus infames 12 años quiso transformar Santa Bárbara en un destino turístico ‘moderno’, como parte de sus masivas remodelaciones en el país entero.

Él y un batallón de ingenieros y arquitectos descendieron sobre el pueblo e hicieron planes para un aeropuerto nuevo, restaurantes y hoteles, incluyendo uno en el cercano Cayo Levantado, y una completa modernización de la ciudad entera.

Solo había un problema: las viejas construcciones coloniales pintorescas de madera y sus habitantes percibidos por los capitaleños como ‘pobres’, no encajaban en la visión de un destino turístico modernista como Balaguer lo tenía en vista.

En 1970 Balaguer ordenó destruir todas las últimas casas antiguas, borrando así un valioso patrimonio Dominicano, para sustituirlas con construcciones supuestamente ‘modernas’ de concreto poco atractivo.

De entre 6 a 10,000 locales se vieron desalojados forzosamente de sus casas. Tan solo su fuerte oposición logró que por lo menos la famosa Churcha quedase intacta, la cual es el último edificio al estilo colonial. Un dato interesante: la palabra Churcha proviene del inglés Samanes, el dialecto inglés que los inmigrantes afro-americanos hablaban, y significa ‘iglesia’. Y el término chercha, también está relacionado a esta. Aprende más sobre el inglés Samanes, en este video.

Aunque se decía que fue para el beneficio del pueblo de Samaná, muchos simplemente perdieron sus casas sin compensación.

No hay dudas de que con todas estas construcciones masivas, muchas fueron sobrevaluadas, y varias personas ligadas al sector de construcción se beneficiaron económicamente.

Pero la construcción que más se destacó fue la de los tres puentes que conectan los cayos de la bahía. Algunos afirman que fue idea del mismo Balaguer, inspirado por los diseños de Ferrand, y es por eso que en la inauguración fueron dedicados al emperador que se estaba rascando el ombligo.

En 1974 se inició la construcción de los puentes, según los diseños del arquitecto italiano Guillimo Bertalleri, y bajo el mando del maestro constructor Julio Peña.

La construcción fue una obra de arte e ingenio humano – y fuerza de parte de los trabajadores. Son tres puentes, y el más largo es de más de 600 metros de longitud, y la única manera de llevar todo el cemento, arena y otros equipos para la construcción entera, fue por carretilla. Así que cada día allí había varios hombres llevando carretillas por el estrecho entero. Y yo de vago aquí andando en patineta.

Los Misterios del Puente

Aunque conocemos varios de los detalles de su origen, al final algunos misterios quedan.

El primero es que, el diseño de Ferrand no incluía los puentes. El mapa solo muestra una delineación como advertencia de los corales entre los cayos. Así que es posible que el arquitecto o ingeniero o hasta el mismo Balaguer solamente vieron esta línea, y la interpretaron como un puente – nunca lo sabremos, pero según los ingenieros de la época, la inspiración para los puentes provenía de Ferrand.

El otro misterio es el por qué se dice que fue dedicado a Napoleon Bonaparte. De todos los personajes en la historia Dominicana, ¿por qué a una persona que quizo conquistar el país y devolverle la esclavitud? ¿No hubiese tenido más sentido dedicarlo a los héroes de Palo Hincado, en vez de a su enemigo?

Otro misterio sin resolver es el nombre del puente que aparece en los mapas modernos: Brug Samaná Van Leona, que es Danés y quiere decir Puente Samaná De Leona. ¿Por qué está el nombre en Danés? ¿Y quién fue esa Leona? ¿Si fue dedicado a Napoleón, por qué lleva un nombre danés en los mapas?

No pudimos resolver estos dos misterios. Si alguien tiene una respuesta, que lo deje en los comentarios.

El último misterio que sí pudimos resolver es a dónde lleva, y que hay en este cayo. Si logras llegar hasta el final del último puente y todavía tienes energía, puedes subir a visitar un mirador con vista de la bahía de Samaná. 

El cayo tiene su propia historia. Hoy le dicen Cayo Vigía, pero los mapas antiguos lo llaman Cayo Carénage. Aunque no hay indicaciones de planes para un puente, si sabemos que durante  la casi-anexión de la isla, este cayo sirvió como una estación de carbón para las naves estadounidenses y por tal fue considerado territorio estadounidense, ondeando la bandera estrellada. Aquí más sobre esta historia.

Pero lo más curioso son las varias construcciones, aparentemente sin razón y ser, básicamente bloques de cementos en formas de edificios y gazebos y lo que parece ser casetas de vigilancia. Si el más grande fue intencionado como un restaurante, le faltó de todo, incluyendo la plomería.

Algunos afirman que la existencia de los puentes y las construcciones en el cayo realmente no tienen ninguna razón de ser, y que fueron hechos como una excusa para algunas personas del sector de construcción ganarse unos chelitos.

Sean cuales sean las circunstancias, en todas las obras públicas hay elementos de sobrevaluación y aprovechamiento, y aunque los puentes realmente no fueron necesarios, esta iniciativa de Balaguer le dio un toque único y especial a Samaná.

La Visión de Samaná

La visión de Balaguer para Samaná le quedó corta – dicho figurativamente, aunque para la época ya estaba lidiando con los efectos del glaucoma. Samaná no vio el auge turístico al principio, ya que las construcciones modernistas no fueron las atracciones turísticas que se había esperado. En vez de eso, Las Terrenas llegó a ser un destino popular.

Pero los puentes llegaron a ser un elemento verdaderamente icónico del pueblo: París tiene la torre Eiffel, Roma el Coliseo, y Samaná sus puentes. Ferrand y Napoleón seguramente estarían orgullosos.

No fue hasta los años ochenta que se inició el turismo ecológico con un enfoque en la más grande atracción de Samaná: las ballenas.

Pero el sueño de Balaguer – y por ende de Ferrand y Napoleón – de transformar a Samaná en un pueblo de importancia económica y turística sigue vigente.

Varias gestiones municipales añadieron elementos turísticos, desde una expansión del malecón a estas torres de observación. 

Hace unos años construyeron este barrio de negocios imitando al estilo colonial Samanés, que nos da una idea de cómo la antigua Samaná hubiese sido.

También hay nuevos hoteles, como el Hacienda Samaná Bay, un hermoso hotel de lujo en expansión frente a la misma bahía y una magnífica vista de los puentes. Tiene una impresionante terraza con varias piscinas y jacuzzis, un restaurante de primera y cada habitación tiene una vista de la bahía y los puentes. Si no me creen, hablen con mi pana William Ramos, que él sabe de eso. Les dejo un video más completo aquí.

Es de aquí que pudimos presenciar un nuevo espectáculo en los puentes. Se instalaron iluminaciones a lo largo, que le dan una imagen bella al puerto entero, en particular durante la puesta del sol, que es algo increíblemente bello que presenciar.

La historia de los puentes peatonales de Samaná es compleja y fascinante. Quien sabe como estaría el pueblo hoy si Ferrand y Napoleon hubiesen tenido éxito. Samaná sin los puentes ya no sería Samaná.

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