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La TRISTE historia de las VACUNAS en REPÚBLICA DOMINICANA

  • Writer: Kiskeya Life
    Kiskeya Life
  • Jan 7, 2021
  • 8 min read

Desde 1770 hasta 1920 varias epidemias azotaron la isla de Santo Domingo. Fueron doctores valientes quienes trataron de conseguir vacunas para el pueblo dominicano, muchas veces a costo personal y sin apoyo de los gobiernos vigentes.

Pero la razón por la cual las epidemias azotaron el país una y otra vez fue porque el pueblo le tenía miedo a las vacunas y rehusaron ser vacunados.

Varios de los Taínos se enfermaron. No entendían lo que estaba pasando. En toda su piel se formaron pústulas dolorosas. Les dio fiebre, vómito y úlceras en la boca. Y uno a uno, la gran mayoría de los Taínos murieron.

Para los conquistadores fue claro: era la viruela y la vieron como un castigo justo de Dios por la vida idolátrica de los Taínos. No entendían que habían sido ellos mismos quienes trajeron la enfermedad desde Europa.

En solo 30 años, la comunidad de los taínos en la isla de la Española fue completamente erradicada, en gran medida por enfermedades como la viruela.

Historia de la Viruela

La historia de la viruela es la historia de las vacunas. No se sabe cuando surgió la viruela, pero hay evidencia en momias egipcias, aunque otras investigaciones suponen que realmente es más joven. Era tan letal que en algunas culturas antiguas no se le daba nombre a los niños hasta que no contrajeran la enfermedad y sobrevivieran. Su tasa de mortalidad llegó a ser de hasta un 30%.

Aunque en la antigüedad se desconocía a los virus como causantes de enfermedades, los médicos sí entendían cómo manejar infecciones. Por ejemplo en la Torá y en la Biblia se describen leyes para la desinfección, así como reglamentos de cuarentena, limpieza general y distanciamiento social.

Varios doctores antiguos notaron que los que sobrevivían enfermedades como la viruela, luego llegaron a ser inmunes. Ese descubrimiento los llevó al razonamiento de que si se podía infectar a alguien a propósito — solo un poco — la persona debería ser capaz de sobrevivir y llegar a ser inmune.  

Ese fue el nacimiento de la variolización, el proceso de infectar a una persona sana a propósito con la viruela, pero de manera ligera. En Asia, por ejemplo, los doctores tomaron las pústulas secas, las volvieron un polvo y lo soplaron en la nariz de una persona sana. En África y el Medio Oriente se hizo una cortada en la piel de una persona sana y le untaron el pus de variolosos.

Del Medio Oriente fue llevado a Europa por la aristócrata Mary Montagu, donde llegó a ser la principal profilaxis contra la viruela. También se usó en sudamérica; un ejemplo es el fraile Pedro Manuel Chaparro, quien salvó muchas vidas usando el método.

La costumbre hasta fue llevada por esclavos africanos a los Estados Unidos y en algunas partes fue practicado entre ellos, pero pocos blancos estaban dispuestos a hacer el proceso. En los Estados Unidos los médicos conocían el proceso, pero la opinión era que esta era una costumbre pagana de una raza inferior. Los pocos doctores y personas que opinaban que el proceso tenía lógica, hasta fueron encarcelados.

No era solamente una cuestión de salud: fue doctrinal y racial. Muchos veían en la viruela un castigo justo de Dios. Si Dios quería que te murieras, pues que así sea. Amen. 

Pues, así se dio de que en algunas epidemias de viruela en América, la comunidad blanca sufrió gravemente, mientras que los esclavos — e individuos con confianza en las costumbres Africanas — sobrevivieron.

Pero la práctica sí presentaba serios peligros. Hasta un 2% de los que se inocularon de esta manera, murieron. Aunque eso fue mucho más bajo que el 30% que murieron con la misma enfermedad, en algunas comunidades no se practicaba. Por ejemplo, en una visita a Santo Domingo en el 1770, el escritor y abogado francés Moreau de Saint-Méry observó que no se acostumbraba la variolación en la isla, por lo que la viruela fue común en Santo Domingo.

Así los médicos se preguntaron si no había una manera más segura de prevenir la viruela. La respuesta al fin la dio un simple campesino y sus vacas.

Historia de la Vacuna

Durante epidemias de viruela, muchas veces las lecheras parecían inmunes a esta. Lo que ellas sí tenían en común era que habían contraído la viruela vacuna, una enfermedad diferente que se origina en las vacas, pero inofensiva para los humanos.

En 1770, un granjero rural de Inglaterra llamado Benjamin Jesty inoculó a su familia con el pus de una vaca infectada y, de hecho, toda su familia se volvió inmune a la viruela. Pero sus vecinos pensaron que era repugnante lo que había hecho y se negaron a tomarlo en serio.

Aproximadamente 22 años después, un joven médico llamado Edward Jenner tuvo la misma idea que Jesty y el mismo éxito. A Jenner se le atribuyó el descubrimiento de esta cura, aunque Jesty lo había hecho primero, y cambió el mundo para siempre. El nuevo método llegó a ser conocido como vacunación, porque se origina con vacas. En los siguientes años, las vacunaciones masivas comenzaron en Inglaterra, Francia y España.

Pero no todos estaban dispuestos a vacunarse. Al igual que los vecinos de Jesty, algunas personas creían que la vacunación era una tontería, incluso peligrosa, y dado que se originó en las vacas, podría causar todo tipo de reacciones extrañas en los humanos.

Aunque el proceso fue realmente simple, tenía sus limitaciones. El fluido recolectado no sobrevivió mucho, por lo que tuvo que usarse rápidamente — aún no existía refrigeración. Una segunda opción fue enviar la receta, para que los médicos locales pudieran hacer la vacuna ellos mismos, usando una vaca infectada con viruela vacuna.

Pero fue imposible llevar la vacuna a América, porque no había vacas con la viruela vacuna allí.

Expedición Balmis 

A principios de 1803, el médico español Dr. Francisco Javier de Balmis buscó realizar vacunaciones masivas en todos los territorios de ultramar de España, desde América hasta Filipinas. El rey Carlos IV había perdido a su hija a causa de la viruela, por lo que le dio a Balmis todo su apoyo.

Balmis propuso utilizar huérfanos infectados con viruela vacuna para el largo viaje a América. Eligió 22 huérfanos de entre 3 y 9 años. Infectar a unos huérfanos inocentes puede parecer un poco cruel, pero funcionó. Además, el Rey instruyó que los niños fueran bien tratados y educados y devueltos a sus hogares al finalizar la travesía, por lo cual fueron acompañados por la enfermera Isabel Zendal Gómez, entre otros que sirvieron de maestros y tutores. Aun así, es posible que no todos sobrevivieron. Hasta el día de hoy se les conoce como los 22 ángeles que trajeron la vacuna a América, salvando posiblemente millones de vidas.

La expedición vacunó a toda América del Sur y hasta Texas, en todo el territorio español. Pero la expedición nunca visitó La Española, porque la isla ya no era una colonia española, por lo que la vacuna no llegó a los dominicanos.

Historia de la Vacuna en RD

La viruela fue una parte fija de la vida en la isla de Santo Domingo. Epidemias surgieron cada cuantos años. 

Antonio María Pineda Ayala, un joven médico español que vivía en Santo Domingo, escribió en 1811 el panfleto ‘Memorias de una Vacuna’, que pretendía fomentar la comprensión y el uso de las vacunas en Santo Domingo y en toda Sudamérica. Su panfleto se convirtió en el tratado definitivo sobre la situación de las vacunas en sudamérica. Nos dice que las vacunas eran difíciles de conseguir en Santo Domingo, y a menudo los médicos individuales tenían que adquirirlas para sus comunidades.

En Santo Domingo en 1843, durante la ocupación Haitiana, las autoridades médicas no pudieron obtener vacunas del gobierno haitiano y tuvieron que encontrarlas por su cuenta. Gracias a la ayuda y donaciones de individuos desinteresados, finalmente pudieron obtener algunas de Curazao.

Pero un gran problema resultó no solamente obtener la vacuna: fue vacunar a una población temerosa. La mayoría de las personas se negaron a vacunarse o vacunar a sus hijos. Incluso después de la Independencia, cuando los funcionarios de salud dominicanos intentaron vacunar a todos, las epidemias de viruela siguieron llegando debido a la negativa de muchos a vacunarse. Así, los que más sufrieron y murieron fueron los niños.

Epidemia del 1881

En 1881 llegó un barco de St. Thomas, con un pasajero que trajo sin saber la viruela a la isla.

Según el distinguido médico dominicano Francisco Moscoso Puello, la epidemia de viruela de 1881 es recordada como posiblemente la peor. Muchos murieron sin asistencia médica porque la gente no se acercó a los enfermos por temor a la infección. Incluso envolvieron a los enfermos en hojas de plátano para que sus sábanas no se infectaran. Los enterradores esperaban frente a las casas donde había algún enfermo para esperar a que muriera y sacarlos lo más rápido posible, y hubo casos en los que los familiares pidieron que se llevaran a su pariente aún vivo al cementerio para que muriera allí.

Sin embargo, aun así hubo muchos individuos desinteresados ​​que sí trataron de ayudar a sus compatriotas dominicanos tanto como pudieron, como un joven llamado Hilario Espertín. Por eso una calle en Santo Domingo lleva su nombre.

Para 1882, esta epidemia había matado a más de 225 ciudadanos. Este número se considera alto, especialmente si se tiene en cuenta que había menos de 500,000 personas viviendo en el país en ese momento. Muchos cientos más quedaron con cicatrices y discapacidades permanentes, y tener la cara y el cuerpo cicatrizado de viruela fue una imagen común en este tiempo, tanto para hombres como para mujeres. Fue parte de la vida.

En los años siguientes, tanto médicos individuales como instituciones gubernamentales intentaron implementar vacunaciones masivas, pero la gente se negó una y otra vez. El miedo injustificado a las vacunas impidió a República Dominicana librarse de la viruela durante mucho tiempo. Incluso solo 40 años después de la epidemia de 1881, en 1920, otra ola de viruela saqueó el país en la cual murieron unas 200 personas. Esta vez fue la fuerza de ocupación estadounidense la que intentó implementar una vacunación, pero los rebeldes pidieron a la gente que no la aceptaran; parecía que el miedo a las vacunas era más grande que el miedo a la misma enfermedad.

El fin de la viruela

Al final de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se enfocó no solamente en la paz mundial, sino en la salud mundial. La Organización Mundial de la Salud fue formada y una de sus primeras misiones fue la vacunación global contra la viruela, en cooperación con países individuales. Por ejemplo, en la República Dominicana la Ley Nº 4471 establecida bajo el régimen trujillista estableció que la vacunación contra la viruela es obligatoria para todos los habitantes del país, y los recién nacidos deben ser vacunados antes de cumplir su primer año de edad.

En 1977 murió Habiba Nur Ali, una niña de seis años. Ella fue la última persona en el planeta de morir de la enfermedad. Poco después, el joven Ali Maow Maalin llegó a ser la última persona en tener y sobrevivir la enfermedad. El 8 de mayo de 1980, la trigésima tercera Asamblea Mundial de la Salud declaró oficialmente al planeta tierra libre de viruela; se considera el mayor logro de la salud pública internacional. Es la única enfermedad que el humano ha logrado erradicar completamente. La viruela ya no existe.

Vacunas en RD

Gracias al arduo trabajo de un sinnúmero de médicos dominicanos, la República Dominicana implementó un Programa Ampliado de Inmunización en el año 1978 con varias vacunas, contra viruela, polio y otros, y cada ciudadano Dominicano ha sido vacunado por lo menos una vez en su vida.

Hoy el país tiene un efectivo sistema de vacunación contra toda clase de enfermedades. Pero no importa lo bueno que sea el servicio de vacunación, al fin todo depende de la disposición de cada ciudadano de ser vacunado. 

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