La VIDA SECRETA de JUAN PABLO DUARTE: 12 años en las selvas de VENEZUELA
- Kiskeya Life
- Jan 26
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Los 12 años perdidos de Juan Pablo Duarte: explorador, patriota y buscador de misterios Juan Pablo Duarte: patriota, prócer, héroe nacional, poeta, escritor, estadista, científico, ¿cazador de cocodrilos? ¿Explorador y aventurero al estilo de Indiana Jones? Duarte es, sin duda, la figura más estudiada, investigada y admirada de la historia dominicana. Sin embargo, aunque sabemos mucho sobre lo que hizo durante sus 62 años de vida, hay un vacío enorme en su historia: 12 años permanecen sin explicación, los que pasó en las profundidades de la selva venezolana. Esta es la historia de Juan Pablo Duarte, el Padre de la República Dominicana, y los doce años perdidos que siguen envueltos en el misterio. ¿Persiguió el conocimiento? ¿Buscaba un tesoro o algún misterio? ¿Qué encontró allí que lo mantuvo alejado tanto tiempo?
Juan Pablo Duarte, patriota, prócer y Padre de la Patria Dominicana, es una de las figuras más estudiadas, admiradas y veneradas de la historia de República Dominicana. Sin embargo, a pesar de lo mucho que sabemos de su vida, hay un capítulo enigmático que sigue siendo un misterio: los doce años que pasó en las profundidades de Venezuela. ¿Qué lo llevó a desaparecer en el vasto interior de la selva? ¿Persiguió conocimiento, buscaba un tesoro o quizás paz espiritual? Esta es la historia de esos años envueltos en sombras.
El exilio y la traición
En 1844, Duarte fue expulsado por segunda vez de su tierra natal. Esta vez, el propio gobierno dominicano, liderado por antiguos aliados que lo traicionaron, lo desterró bajo pena de muerte si regresaba. Gravemente enfermo, tuvo que ser cargado por las calles de Santo Domingo antes de partir hacia el exilio. La traición, la pérdida de amigos y la incertidumbre marcaron profundamente su espíritu.
Duarte llegó a Hamburgo, Alemania, el 26 de octubre de 1844, donde buscó un nuevo comienzo lejos del conflicto. Durante su estancia, alquiló una humilde habitación en una casa de marineros y pasó sus días estudiando geografía, etnología y poesía. También tuvo contacto con masones locales, quienes le ofrecieron apoyo y acceso a una red de conocimiento global. Sin embargo, el 30 de noviembre de 1844 abandonó Hamburgo con una breve nota en sus escritos: “Salí de Hamburgo acompañado del recuerdo de los que me honraron con su amistad”.
El reencuentro familiar y el inicio de los años perdidos
En 1845, Duarte se reunió con su familia en Venezuela, donde habían sido exiliados. Según sus propias palabras, “Me dediqué a viajar. Doce años estuve en el interior de Venezuela recorriendo la parte oriental y occidental”. Estas escuetas declaraciones abren un vacío de información que solo puede llenarse con hipótesis basadas en fragmentos de sus notas y los apuntes de su hermana Rosa Duarte.
Uno de los elementos clave de este período es su relación con el sacerdote portugués Juan Bautista San Geni, con quien Duarte estudió Historia Sagrada y aprendió portugués. Fue en Apure, una región de los Llanos venezolanos, donde Duarte aparentemente se estableció cerca de San Geni, movido por gratitud hacia él. Este vínculo sugiere que Duarte buscó consuelo espiritual y un propósito en medio de su exilio.
Explorador en la selva
Aunque hay pocos registros concretos, los historiadores sugieren que Duarte pudo haber vivido en lugares como San Carlos de Río Negro, una remota localidad en la frontera entre Venezuela y Colombia. Esta región, accesible solo a través del río Orinoco y el canal Casiquiare, era un crisol de culturas europeas, indígenas y misioneras, además de un punto clave para el comercio de recursos como pieles de caimán, plumas exóticas y plantas medicinales.
Se especula que Duarte exploró esta vasta región, motivado tanto por su espíritu científico como por la necesidad económica. Su conocimiento de geografía y etnología lo habría llevado a estudiar las culturas indígenas y la rica biodiversidad de la selva. Inspirado por los escritos de Alexander von Humboldt, Duarte pudo haber visto en este entorno una oportunidad para documentar la naturaleza y las costumbres de las comunidades locales.
Vida entre los llanos y la espiritualidad
Además de sus exploraciones, Duarte encontró refugio en Achaguas, un pueblo en Apure con relevancia regional. Aquí, su amistad con San Geni habría florecido, ofreciéndole un espacio para reflexionar sobre su fe y las enseñanzas espirituales. Duarte siempre mostró un profundo compromiso cristiano y masónico, y es posible que este período en los llanos le brindara la paz interior que tanto anhelaba.
Misterios y legado
¿Qué lo llevó a viajar tan lejos? Algunos sugieren que Duarte buscaba un refugio físico y espiritual para sanar de sus enfermedades y su depresión, agravadas por la malaria y la culpa que sentía por el destino de sus amigos y su patria. Otros creen que fue su curiosidad científica la que lo impulsó a adentrarse en la selva. Incluso hay teorías que lo pintan como un explorador al estilo de Indiana Jones, en busca de tesoros o respuestas a las leyendas de El Dorado.
Lo cierto es que Duarte dejó una marca, aunque tenue, en los lugares que visitó. En San Carlos de Río Negro, una calle habría llevado su nombre, lo que sugiere que su presencia fue recordada en la región. Sin embargo, al final de esos doce años, Duarte regresó al norte, probablemente por el río Orinoco, dejando detrás el misterio de sus aventuras en la selva.
Conclusión
Los doce años que Juan Pablo Duarte pasó en el interior de Venezuela siguen siendo un enigma. ¿Qué aprendió en sus viajes? ¿Qué secretos guardó para sí mismo? Aunque nunca sabremos con certeza todo lo que ocurrió durante este período, lo que es indudable es que Duarte vivió esos años con la misma pasión, curiosidad y compromiso que definieron toda su vida. Explorador, poeta, patriota y buscador de verdades, Duarte sigue siendo una figura que inspira y fascina, incluso en los rincones más oscuros de su historia.
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