Desde tiempos inmemorables, una criatura gigantesca viene cada año a la bahía de Samaná para enamorarse.
Estas son las famosas ballenas jorobadas de Samaná. Nadie sabe hace cuánto tiempo ya vienen a la bahía de Samaná, pero sí sabemos que no será para siempre. Eventualmente, las ballenas podrían dejar de venir.
¿Por qué son las ballenas tan importantes para la economía de la localidad? ¿Cuál es el misterio de sus canciones, y por qué podrían dejar de venir a Samaná en los próximos años?
La respuesta, en parte, es que las ballenas jorobadas del Atlántico Norte, son de nacionalidad Dominicana…
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Santa Bárbara
Para el pueblo Santa Bárbara de Samaná, las ballenas son un símbolo. Un símbolo de prosperidad, un símbolo de identidad. Hasta cierto grado, Samaná depende de las ballenas.
Aquí estamos en el Hacienda Samana Bay, miren que linda la habitación, y nos invitaron aquí a visitar el hotel para poder hacer un viaje hacia las famosas ballenas de Samaná. Miren esta vista. Ahí están los puentes de Napoleon.
Aunque estamos aquí en el cálido Caribe, comencemos esta historia en el Ártico Norte del planeta.
Tatica
Puede que no lo parezca, pero el Ártico está lleno de vida, tanto grande como pequeña.
El krill es sin duda la vida más abundante aquí, con millones de toneladas de estos diminutos crustáceos deambulando bajo el hielo. El krill está en la parte inferior de la cadena alimenticia aquí. Y resulta que uno de los animales de arriba es dominicano.
Esta es la historia de una hembra de ballena. Llamémosla Juana María Altagracia de la Aleta Ballenato, pero vamos a decirle Tatica.
Como muchos dominicanos, no simplemente come: se jarta. Ella come alrededor de 2 toneladas de krill por día. Ella tiene que, pues está comiendo por dos.
Pasó los últimos meses alimentándose continuamente, a veces sola, a veces con otras ballenas, a veces con una manada de focas. Este año le tomó más, porque hay menos krill.
Tuvo que aumentar lo más que pudo de peso porque tenía que dar un viaje de más de 10,000 kilómetros hacia el trópico del planeta. Porque su instinto le dijo que debía dar a luz en el mismo lugar donde ella nació: la Bahía de Samaná.
Tatica es una megaptera novaeangliae o ballena jorobada. Mide unos 15 metros, lo que equivale a una Caribe Tours, pero pesa lo mismo que dos Caribe Tours.
Está entre los animales más grandes del planeta, aunque la ballena azul es aún más grande, y puede llegar a una edad de hasta 95 años de edad.
Tatica no es un pez sino un mamífero, y respira oxígeno por un orificio en la parte superior de su cabeza. La diferencia entre un mamífero acuático y un pez es fácil de reconocer: los peces tienen la cola vertical, y los mamíferos horizontal. Además, no pone huevos, sino que dará a luz a una cría viva. Y para eso necesita nadar en las aguas cálidas del trópico.
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Son las 9 de la mañana. Está un poco nublado. Me tiré brevemente a la piscina aquí en el hotel.
Después de un buen desayuno nos vamos al muelle de Samaná. Samaná tiene varios muelles, y hay varios botes que llevan turistas a las ballenas, pero fuimos invitados a acompañar un grupo de científicos que están catalogando a las ballenas que llegan a la bahía, y tienen su propio barco.
Va a ser un viaje de como una hora para llegar a donde están las ballenas.
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El viaje para Tatica dura varias semanas, casi sin parar. Como muchos Dominicanos, está ansiosa por regresar a su país.
Y Tatica no es la única haciendo el viaje. Junto a ella viajan miles de otras ballenas jorobadas. Alrededor del planeta hay decenas de rutas balleneras, con miles de ballenas migrando en todos los océanos, de ambos polos hacia el trópico. Son más de lo que solían ser.
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Había un tiempo cuando pensábamos que las ballenas jorobadas estaban por extinguirse. Las cazábamos y las matábamos por su grasa y su carne. De hecho, el mismo caribe solía ser un centro ballenero, y hasta hoy en algunas islas se acostumbra cazar ballenas y delfines, en especial las orcas.
Fue y sigue siendo una guerra para protegerlas, y hay organizaciones e individuos dedicadas a dificultar el negocio a los balleneros. Admito que ser protector de ballenas fue un trabajo soñado para mí de niño.
Gracias a estos y otros esfuerzos, la población de ballenas está en aumento.
Pero eso no significa que estén fuera de peligro. Contaminación acústica, choques con barcos y redes de pesca todavía representan una amenaza diaria para Tatica y su manada. Y hay un peligro más, posiblemente el más serio de todos. Aunque Tatica no lo entiende, lo puede sentir en el agua todo a su alrededor.
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La conservacionista Kim Bedall ha estado estudiando las ballenas de Samaná durante casi 40 años. Fundó la primera compañía de avistamiento de ballenas, Whales Samana, en 1984 y ha llevado visitantes a ver las ballenas prácticamente todas las temporadas desde entonces. Hay pocos que conocen mejor a las ballenas de la isla que ella. Y cuando me recordó que las ballenas no vendrán aquí para siempre, le presté atención.
Ella y su equipo usan cada viaje para catalogar y clasificar a cada ballena de la bahía, y así han creado una de las bases de datos más grandes sobre ballenas jorobadas del Atlántico Norte.
Al cruzar frente al Cayo Levantado, estamos entrando en el Santuario de las ballenas.
La República Dominicana creó en 1986 el Santuario de Mamíferos Marinos Bancos de La Plata y Navidad, una de las primeras áreas protegidas de su tipo en el mundo, y el primer santuario de mamíferos marinos creado en el Océano Atlántico. Tiene más de 31.000 km2 de tamaño, y además de las ballenas, hay delfines, manatíes, orcas y otras clases ballenas.
Otros lugares populares para las ballenas jorobadas quedan en las costas de México, Guadalupe, Dominica, Puerto Rico, entre otros, pero se estima que el 80% de las ballenas del Atlántico Norte vienen a los Bancos de Plata y Navidad, unos 2 a 3,000 ballenas por año, a veces más, a veces menos.
La razón de su visita es simple: vienen al lugar donde ellos mismos nacieron, para enamorarse y dar a luz.
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Al llegar a la bahía de Samaná, Tatica dió a luz a un ballenato. Vamos a llamarlo Monchy. Ella es una madre muy gentil. De inmediato, lo amamanta. Tatica no ha comido nada, ni va a comer nada en toda su estadía en la bahía. Toda la leche para su ballenato viene de la grasa que ella acumuló en el ártico.
Juntos juegan, y Tatica le enseña a Monchy a golpear el agua. No sabemos por qué lo hacen, pero parece que lo disfrutan. Tatica es además una antropóloga, y le gusta observar a los humanos.
Monchy es igual de curioso, algo que él está aprendiendo de su madre. Los botes con los turistas en general no los molestan, aunque los sonidos de los motores los confunden un poco. Así como los otros sonidos raros que algunos otros botes emiten.
Pero con todo este ruido, a Monchy le es difícil escuchar un sonido importante. Alguien está cantando, llenando la Bahía de Samaná de una melodía preciosa.
Son las ballenas machos adultos. Aunque todas las ballenas emiten sonidos, los machos son los que saben canciones encantadoras. Para cantar se ponen en posición vertical, cerca de corales para la resonancia.
Monchy escucha atentamente la canción para aprenderla. Algún día él cantará la misma, y quizás le hará su propio remix.
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Imagínate estar en una nave antigua, y de repente de noche, oyes este sonido. No es de extrañar entonces que haya dado lugar a leyendas de criaturas marinas y sirenas. No fue hasta los años 50 que los científicos lograron grabar y estudiar las canciones, gracias a la Guerra Fría. Estaban buscando submarinos soviéticos, pero les salieron ballenas.
Aunque todas las ballenas cantan, las jorobadas son las que más éxitos sonoros tienen. Su canto es sorprendentemente complejo, con patrones reconocibles, de versos y frases que se repiten – por eso se les llama canciones. Y al igual que la música humana, hay canciones que van y vienen, y otras que son mucho más populares. Hay canciones que han durado 40 años.
Quizás es igual como con los humanos: para comunicar un mensaje, para socializarse, organizarse, para enamorar o solo por diversión.
Aquí hay algo curioso cuando en un programa de edición de audio aceleramos una canción de ballena y subimos el tono: empiezan a sonar como cantos de pájaros.
Ahora aquí hay una canción de un ruiseñor. Oigan lo que sucede cuando lo ralentizamos y bajamos su tono.
¿Qué significa eso? Nadie sabe. Pero son estas canciones las que las ballenas cantan por toda la Bahía de Samaná.
La tecnología computarizada moderna nos ha permitido analizar las canciones en más detalle – analizarlas, pero no entenderlas. Hasta la compañía Google dedicó unas inteligencias artificiales a estudiar las canciones, y aun con todo su poder computacional, todavía no sabemos por qué cantan.
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Las ballenas siempre han sido una fascinación para los humanos. Ya los Taínos les tomaban fotos.
Kim y su equipo pasan mucho tiempo tomando fotos a las ballenas, en particular a sus aletas caudales o colas. Cada cola de ballena tiene marcas únicas, igual a huellas digitales, las cuales nos permiten distinguirlas.
El equipo de Kim clasifica y registra los datos de cada ballena en cada viaje. Pero para reconocerlas usan las fotos, y estas las comparten luego en Facebook. Eso le permite fácil acceso a investigadores en cualquier otro lugar en el mundo para poder rastrearlas. Gracias a las fotos sabemos cuales vienen a la bahía y cuantas veces. Hay algunas como Tatica que ya vienen hace años, y son como viejos amigos para Kim y su equipo.
Gracias a investigadores como estos, sabemos más sobre las ballenas, cuanto tiempo viven, por dónde viajan, y qué hacen. Pero aún así, nos falta mucho que aprender.
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Por lo menos sabemos por qué vienen a las aguas dominicanas. Kim lo llama el sitio de citas más grande del mundo. Aquí el amor está en el aire. O mejor dicho, en el agua.
Todos intentan enamorar a las hembras, y quizás las canciones tienen algo que ver con eso. Hasta con su cría a su lado, ya Tatica, como cada año, está buscando una pareja nueva. Y Tatica tiene varios enamorados.
De hecho, a veces se pelean por ella, intentando impresionarla. Brincan y se tiran por el agua, mostrándose como el más tiguere… aunque son ballenas.
Al fin uno de ellos le llama la atención. Le vamos a decir Porfirio, un verdadero galán. Le pide por un baile. Juntos bailan elegantemente por las aguas de la bahía de Samaná, como unas aves gigantescas, volando alrededor de cada uno en su propio cielo acuático.
En el reino animal, el amor no conoce alturas ni profundidades.
Tatica siente que está por llegar el fin de la temporada. No tiene calendario ni relojes, pero lo puede sentir instintivamente. Además, gracias a Porfirio, está embarazada de nuevo. Su gestión dura casi un año, lo que la impulsa a querer regresar al norte para alimentarse. No sabe si podrá dar a luz de nuevo. Le fue difícil encontrar suficiente comida para el embarazo con Monchy.
Porfirio no la acompañará. El se fue con una manada de sus panas. Quién sabe si se volverán a ver. Las ballenas jorobadas son muy promiscuas.
Tiene un largo viaje por delante, y esta vez Monchy está a su lado. Todavía lo está alimentando con sus reservas y lo hará durante el viaje entero. Las ballenas no comen cuando están en el Caribe. La próxima comida de Tatica será en Canadá en uno o dos meses.
Tatica y Monchy salen de la bahía unos días antes de lo habitual. El agua está más caliente de lo normal y Tatica siente que deben irse.
Volverán el próximo año. Quizás.
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Monchy nació en un mundo diferente, y nadie sabe si sobrevivirá para regresar el próximo año. El agua es diferente, hay menos comida y muchos más peligros de lo normal. El único animal más peligroso para las ballenas jóvenes solía ser el lobo de las aguas, la Orca, que a veces se lleva a los ballenatos. Pero ahora el animal más peligroso para las ballenas es nuevamente el humano.
Algunos todavía debaten si es o no es por culpa del humano, pero no hay dudas de que las temperaturas están subiendo. Las aguas de los mares se están poniendo más calientes en todas partes, lo que tiene un efecto en cadena en todo el ecosistema del cual apenas ahora nos estamos dando cuenta.
El cambio climático está causando una disminución en los alimentos de las ballenas, y aunque ellas se pueden adaptar, ya hay un 80% menos de krill de lo que se vio en los años 80. Y lo poco que hay, hasta los humanos lo están cosechando. Así que, en otras palabras, las ballenas están en peligro de morir de hambre.
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En Agosto del 2020 frente a la costa de Génova, Italia, unos avistadores de ballenas le tomaron una foto a una ballena jorobada junto con su ballenato, y al comparar la cola con los registros internacionales, se dieron cuenta de que fue una ballena de Samaná, avistada ahí por primera vez en 1986.
Las ballenas jorobadas del caribe llegando al Mediterráneo no es algo inusual, pero no es normal. No se sabe por qué una ballena de Samaná se fue al mediterráneo, pero este y otros avistamientos indican que algo está cambiando.
Unos estudios del 2020 sobre las ballenas jorobadas en Canadá, de las cuales la mayoría nacieron en aguas dominicanas, indicó una disminución considerable en la población de ballenas jorobadas en los últimos 15 años, porque menos hembras están dando a luz, y menos ballenatos sobreviven, por falta de alimento.
Menos alimento significa menos ballenas y un cambio en sus rutinas de migración, por su búsqueda de comida.
Los cambios no serán de repente. Comenzará con un posible acortamiento de las temporadas, con las ballenas viniendo y yendo más tarde y más temprano de lo acostumbrado, hasta que algún día ya no vengan, o vengan muy poco. El futuro de las ballenas jorobadas es muy incierto. Necesitamos más estudios específicos en la bahía de Samaná, pero según todas las indicaciones globales, como vamos, vamos mal.
Por ahora las ballenas seguirán viniendo. Hemos visto buenos números, pero cada temporada es diferente. Te sugerimos que aproveches visitar las ballenas lo más pronto posible. Por ahora, la temporada es entre enero y marzo.
Te puedes quedar en un hotel del pueblo, como el Hacienda Samana Bay, un bello hotel de lujo junto a la bahía, donde nos quedarnos. Cada habitación tiene vista de la bahía, tiene varias piscinas y jacuzzis y bares, y queda junto a un muelle ballenero y hasta tiene un garaje subterráneo. Es un excelente lugar para quedarse, no solamente durante la temporada de ballenas.
Para visitar las ballenas hay varias opciones. Nosotros fuimos con Whales Samaná de Kim Beddall, ya que no son simplemente una compañía de excursión de turistas, sino científicos que ofrecen llevar a visitantes. Esto tiene la ventaja de que puedes estar al lado de naturalistas, aprendiendo de los que conocen a los animales a profundidad. Es como una clase de biología flotante.
Si vas en la próxima temporada, mira a ver si te encuentras con una ballena y su ballenato. Quizás son Tatica y Monchy. Saludamelos si los ves. No sabemos cuantas veces más nos visitarán.