De la Botija a la Banca - Historia del Sistema Monetario de la República Dominicana
- Kiskeya Life
- Nov 8, 2022
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¿Cual fue el primer dinero en la isla? ¿De donde vienen los 'cheles' y 'cuartos'? ¿Cómo comenzó la deuda externa? ¿Pagó Trujillo la deuda externa?
Resumen: De los 500 años de historia financiera y económica, desde Colón al Situado, hasta la era moderna, hemos aprendido que la confianza del pueblo en las instituciones ha sido un factor determinante en el proceso de evolución desde la botija hasta los servicios bancarios modernos.
Contenido:
Ahorrar dinero no es nada fácil. Nuestra historia económica y financiera ha tenido sus altas y bajas.
Adentrarnos en ella es explorar la historia de la nación, en los aspectos político y cultural, tanto en lo bueno como en lo malo. Por siglos, las decisiones (!tantas veces malas!) de individuos con mucho poder, así como influencias externas, determinaron el rumbo de la economía . . Quien más sufrió con todo eso fue el mismo pueblo dominicano. Así que este tuvo que inventarse sus propios métodos ingeniosos para ahorrar su dinero – como por ejemplo, la botija. El patriarca de una familia ponía todas sus monedas en una botija de barro, y la enterraba en un lugar seguro que solo él conocía. El problema con este método surge cuando el patriarca moría sin haber revelado de antemano el lugar secreto a sus familiares. Así fue que nacieron las leyendas e historias de los tesoros escondidos, las leyendas de muertos apareciendo en sueños, supuestamente revelando dónde escondieron su dinero. Resulta que las leyendas y mitos abundan en esta historia, comenzando con Cristóbal Colón.
¿Llevaba Colón monedas en su bolsillo cuando llegó a la isla?Colón se imaginó que llegaría al legendario Cipango, el cual quedaba supuestamente en lo que hoy es Japón, y según Marco Polo, allí operaban negociantes europeos, así que, si, llevó monedas consigo. Colón y sus marineros honestamente pensaban que iban a gastar su dinero en este mitológico país, y que las monedas de España tendrían valor en Cipango. Como todos sabemos, nunca encontró Cipango, pero sí se topó con un nuevo continente. Parece que inicialmente intentaron negociar con los locales usando sus monedas, pero luego tuvieron que recurrir a los famosos espejitos. Pero los mismos conquistadores tenían que ser pagados, y no con espejitos, sino con monedas. Cuando Colón fundó la Isabela, los primeros colonos que construyeron la Isabela y buscaron oro fueron pagados por la corona por estar aquí. Pero estas monedas, por ley, debían venir de España. Aun así, por una constante escasez de monedas, con el oro que encontraron en minas como las de La Vega, fueron fundidos pequeños lingotes rústicos. Estos llamados ‘tejuelos’ constituían el primer ‘dinero’ por decirlo así, hecho y usado en la Española. En 1505, Isabela la Católica ordenó la acuñación de monedas en Sevilla para su uso exclusivo en el Nuevo Mundo, denominadas "para Santo Domingo", aunque fueron usadas para los gastos en toda América. Aunque Colón ya había pedido poder acuñar monedas en su segundo viaje, fue apenas en 1542 que se abrió la primera ceca de Santo Domingo. Era la segunda ceca en el Nuevo Mundo, después de la Casa de Moneda de México, en emitir monedas españolas.Pero las monedas que producían eran de tan mala calidad, que en 1573 se ordenó suspender la acuñación de esta “mala moneda” y comenzar de nuevo. En el segundo intento, lo lograron. Estas monedas de Santo Domingo, así como de varias otras cecas en el imperio español, circularon ampliamente no solo en la América española, sino también en las colonias europeas del continente, y hasta en el Pacifico. Por ejemplo, las Trece Colonias británicas en América del Norte usaron estas monedas, varias de ellas acuñadas en Santo Domingo, como su dinero principal. En especial la Real de a Ocho, la cual entre los hispanoparlantes fue conocida como el Peso, en China como Yuan, y entre los anglosajones como el Spanish dollar, reducido luego a simplemente Dólar, por su similitud a una moneda popular alemana, el Thaler. Así, las monedas acuñadas en Santo Domingo tuvieron parte en la conquista de América, y llegaron a ser la primera divisa de uso mundial. Pero con la conquista de los imperios aborígenes de América y su oro, la importancia de Santo Domingo se desvaneció. Otros lugares llegaron a ser mucho más ricos. Y entonces vino el pirata Francis Drake de visita.
– Devastaciones – En 1586, Francis Drake y su armada saquearon Santo Domingo. Incendió la ciudad entera, quemó el archivo histórico, y se llevó hasta los cuños de la casa de las monedas. Dejó la ciudad devastada y pobre, lo que fue un golpe duro a la economía de la isla. Desafortunadamente, este apenas fue el comienzo de los sufrimientos de Santo Domingo.
Solo 19 años más tarde, a órdenes del rey, el gobernador Antonio de Osorio destruyó en 1605 varios pueblos que estaban negociando con los enemigos del rey, despoblando por completo la banda del norte de la isla, dejándola devastada y abandonada. Este evento, conocido como las devastaciones de Osorio, causó una inmensa pobreza, de la cual era muy difícil recuperarse. Más tarde, la crisis llegó a ser tan profunda que la corona tuvo que mandar subsidios de otras colonias para pagar el sueldo de los ministros, las tropas, el clero, las construcciones de las murallas y mucho más. A este envío de dinero le decían El Situado, y por varias décadas fue el dinero principal que alimentaba la economía de la isla. Pero estas monedas sólo llegaban cada cuantos meses o hasta años, y mientras tanto los colonos tuvieron que inventarse otro método para tener dinero. Por ejemplo, en 1783 pusieron en circulación unas papeletas con el sello real, para ser usadas como dinero hasta que el Situado llegase. Esta fue la primera emisión de billetes de dinero en Santo Domingo, y no faltó mucho hasta que aparecieron las primeras falsificaciones. Alrededor de 1789 se descubrió papeletas falsas en el escritorio del contador de la Real Hacienda, además de un fuerte descuadre en sus libros de contabilidad. Su nombre era Francisco de Gascue y Olaiz y hoy nos queda una localidad en Santo Domingo con su nombre, donde su hacienda solía estar. Es interesante notar que la moneda española de mínimo valor que circulaba, y por tal la más empleada, era el Cuarto. Así, el dinero en general recibió el apodo de ‘cuartos’, un término todavía en uso hoy. La falta de dinero vio el surgimiento de prestamistas, los ricos empresarios de la colonia. Sin bancos y sin regulación, fueron estos que luego de cobrar su parte del Situado, nuevamente lo prestaron a los individuos y al mismo gobierno, a tasas bien altas. Aunque todos odiaban a estos prestamistas, no dejaron de ser quienes controlaban el poder político en la colonia, aun por encima de las autoridades. Quien tenía el dinero, podía controlar el país.
– La Dominación Haitiana – El 9 de febrero de 1822, el presidente haitiano Jean-Pierre Boyer llegó a la ciudad de Santo Domingo, para unificar la isla bajo su gobierno. Trajo consigo el nuevo sistema monetario Haitiano y su moneda, la Gourde, la cual reemplazó la libra colonial francesa, aunque otras monedas y billetes internacionales seguían en circulación, como el Real de a Ocho, y hasta el nuevo dólar americano, aunque aún no era muy respetado. Muchos abandonaron Santo Domingo español con la llegada de los haitianos, pero para los que se quedaron, no todo fue malo. Por ejemplo, la unificación eliminó el monopolio de España, y los locales finalmente podían hacer negocios internacionalmente. Esto permitió el surgimiento de una pequeña pero adinerada burguesía de comerciantes, de la cual eventualmente surgieron los Trinitarios. Pero, a pesar de algunas medidas positivas, los altos impuestos que Boyer impuso para pagar la deuda externa con Francia y su despótico sistema de trabajo al campesinado, trajeron consigo un gran descontento en la población. Eventualmente una rebelión contra este maligno sistema dictatorial era inevitable. Había varios grupos rebeldes, pero fue el grupo de los Trinitarios que tiró el primer trabucazo. Y el resto es, como se dice, historia patria.
– La (pobre) Independencia – En 1844, la naciente República Dominicana apenas contaba con unos 126 mil habitantes, de los cuales unos 12,000 residían en Santo Domingo. Los principales renglones productivos eran el corte de madera preciosa, la crianza de ganado vacuno y el cultivo de tabaco. Los primeros líderes del naciente país se ocuparon de inmediato en establecer un sistema económico propio, y reemplazar la Gourde. Como la última moneda popular antes de la dominación había sido el Real y el Cuarto, se decidió reutilizar estos nombres. Luego, eso se cambió a Peso y en 1877 se decimalizó la moneda en 100 centavos por un peso. Pero la continua guerra con Haití dificultó un crecimiento económico. Además, el dinero emitido realmente no tenía respaldo, por lo cual monedas de otros países también circulaban, en especial el ‘Chelín inglés’. Del ‘chelín’ es muy probable que vino la palabra ‘cheles’. Así, en las décadas de la Guerra de Independencia y luego la Guerra de la Restauración, el estado económico del país estaba aún peor que durante la misma ocupación, y los varios billetes y créditos públicos que fueron emitidos en este tiempo reflejan esos constantes cambios. Con un estado financiero pésimo y constantes amenazas de guerras civiles, es de cierta manera entendible que algunos de los presidentes intentaron anexar el joven país a otros más poderosos, y eso trajo consigo sus propios billetes, como los pesos durante la anexión a España. En sí mismo el contexto financiero y monetario local ya dependía en gran parte de economías extranjeras, como las de las islas de Saint Thomas y Curazao, y de extranjeros dentro del país. En los pueblos más grandes del país, casi todos los comerciantes eran extranjeros, principalmente judíos, catalanes, franceses, italianos y alemanes, los cuales fueron los principales en contribuir a la economía por medio de los tributos en las aduanas y los prestamos que ellos extendieron. Por falta de bancos, estos comerciantes formaron asociaciones de crédito, muchas veces con muy altos intereses, desde 24 hasta 36% anuales, para el Estado a veces inalcanzable. Con todo, una cosa llegó a ser muy clara: el país estaba en desesperada necesidad de instituciones bancarias propias, y una supervisión de este sistema. El sistema de juntas de créditos solo le sirvió a los ricos. Los pobladores tuvieron que recurrir a sus propios métodos de prestar y guardar dinero, como el tradicional san, y empezaron a popularizarse prácticas que incorporaban incluso elementos sobrenaturales, como el Bacá.
– El San y el Bacá – El concepto del San vino de los antepasados africanos, posiblemente con los esclavos Yoruba de Nigeria, donde es conocido como un esusu. Realmente es un método brillante: un grupo de personas se reúne para proporcionar cantidades fijas e iguales de dinero a intervalos específicos. Cada miembro entonces se turna en cobrar el monto total. El método más común de ahorrar dinero sin bancos fue el concepto de la botija, es decir guardar el dinero en algún recipiente y esconderlo. Pero como vimos, muchas veces el dinero era muy escaso. Es así que por un déficit de educación y un exceso de desesperación surgió la superstición. Si no había bancos, había que apelar al destino y a la buena suerte. Así se fueron consolidando prácticas como la de apostar, la lotería, la creencia de los números de suerte, apelaciones a los santos, y hasta, supuestamente, al mismo diablo. Uno de los ejemplos más emblemáticos es el Bacá. La idea del Bacá dominicano originó con el Voodoo Haitiano, donde es el nombre para una criatura sobrenatural que supuestamente da protección y riquezas a la persona que lo convocó. El invento del Bacá está relacionado a los supuestos pactos con el diablo de la Europa medieval: una explotación de la credulidad, la superstición y el imaginario popular. Básicamente, la idea del Bacá fue creada como una forma de protección de los bienes. Si existe el rumor de que el perro bravo en cierta hacienda es un Bacá, nadie quiere meterse a robar. Lo fascinante de esta superstición no es tanto la creación de la idea de un Bacá, sino la habilidad de convencer a la gente de su existencia y su poder. Porque todavía hoy hay personas que quieren creer que supersticiones como la apelación al destino y la buena suerte y el Bacá son legítimos métodos monetarios.
– El Primer Banco – En 1869, el presidente Buenaventura Báez negoció un préstamo con la compañía de un tal Edward Hartmont, un financiero británico, sobre £ 420,000 libras esterlinas. Baez puso como garantía control sobre las aduanas, las minas de carbón, los bosques de Samaná, así como el guano de Alto Velo. Recibió unas £56,000 libras esterlinas… y bonos por la suma restante del empréstito.
Con este dinero en sus bolsillos, Baez necesitaba un banco, y solo un mes más tarde otorgó una concesión para crear el primer Banco Nacional de Santo Domingo. Pero el préstamo de Hartmont resultó ser un fiasco, y gran parte del dinero desapareció en los bolsillos de Baez. El primer banco Dominicano fue cancelado después de pocos meses. La crisis financiera generada por este préstamo fue peor que la situación antes de la toma del préstamo. La deuda con Hartmont fue una de las razones por las cuales el congreso estadounidense rechazó la propuesta de una anexión.
Los siguientes gobiernos también intentaron crear algunos bancos con emisiones propias de billetes, pero todos tenían existencias muy efímeras.
Todo eso causó una falta de confianza en los bancos, tanto por las malas experiencias como por la falta de una cultura de ahorro de parte de los dominicanos. La verdad era que juntas de crédito de comerciantes y botijas eran métodos más seguros de manejar el dinero. No fue hasta 1889 que se estableció el nuevo Banco Nacional de Santo Domingo, el cual pudo realizar emisiones de billetes, a instancias del presidente Ulises Heureaux. La primera presidencia de Ulises Heureaux fue marcada por un aumento en los ingresos fiscales y una modernización del sistema monetario, lo que incluía emitir billetes y monedas. De hecho, alrededor de 1865 varios estados europeos crearon la Unión Monetaria Latina, para unificar varias divisas europeas en una sola moneda, denominada como el Franco. Era el predecesor del Euro moderno, y Heureaux intentó engancharse a esa idea, y en 1891 acuñó el Franco Dominicano, para que el dinero Dominicano estuviera a las alturas del dinero Europeo.
Como muchas de las artimañas de Lillis, esa idea no perduró, y a lo largo que el gobierno de Heureaux se volvió despótico, la deuda externa creció.
– Era de Deudas – En 1892, un grupo de empresarios de Wall Street, llamándose a sí mismos la “San Domingo Improvement Company”, habían comprado toda la deuda externa del país, incluyendo control sobre el Banco Nacional. La empresa llegó a controlar las aduanas de la república y tenían el apoyo del gobierno estadounidense. Para generar ingresos, vendieron bonos al extranjero. Esto llevó a un temporal clima de prosperidad, en el cual Heureaux pudo completar un ferrocarril entre Puerto Plata y Santiago, e inauguró un servicio eléctrico para Santo Domingo, en un esfuerzo de modernizar el país.
Pero Heureaux y su despacho llevaban una gestión económica catastrófica, ya que como todos los dictadores, buscaba enriquecerse a sí mismo primero. Así que Heureaux y los financieros estadounidenses, sentados en la casa privada de Lilis, se decidieron por el fraude como una forma de mantenerse a flote. Para evitar que los bonos depreciados perdieran todo su valor, el Banco Nacional inundó el país con billetes sin valor – las infames ‘papeletas de Lilís’. Para el sufrido pueblo dominicano, este fue el punto de quiebre. En julio de 1899, Heureaux fue asesinado a tiros. Los siguientes presidentes intentaron arreglar los errores de Heureaux y Baez de diferentes maneras. Por un rato hasta se permitió imprimir billetes municipales. Todos estos diferentes billetes causaron muchas confusiones. La gente ya ni sabía qué billetes tenía que llevar en su billetera.
En 1905, el Gobierno del Presidente Carlos Morales Languasco llegó a un acuerdo con Theodore Roosevelt: Estados Unidos asumiría el control de las aduanas. En intercambio, 45% de las aduanas se daría a República Dominicana, y 55% a Estados Unidos. El dólar fue establecido como el dinero oficial en el país. El presidente Ramón Cáceres llegó a la presidencia en 1906 e intentó usar lo que se le dio para emprender obras públicas y reformas legislativas. Por ejemplo, promulgó en 1909 la primera Ley sobre Instituciones Bancarias, Ley No. 4911, la cual estaba bajo la responsabilidad de la Secretaría de Hacienda y Comercio, y cuya finalidad era el control de las operaciones bancarias y autorización de sucursales.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 hubo un aumento en la economía Dominicana, pero continuos disturbios y guerras civiles pusieron en peligro los negocios de compañías estadounidenses como la Improvement y la United Fruit, y en 1916 Estados Unidos intervino militarmente.
Aunque los dominadores extranjeros lograron al fin modernizar el país, lo hicieron por medio de sacar aún más préstamos en nombre del Estado dominicano, inflando la deuda externa a unos 20 millones de dólares. Pero la ocupación estadounidense le dio la confianza a varios bancos extranjeros para establecerse en la República Dominicana, como en 1912 The Royal Bank of Canada, y el Banco Nacional de Jarvis, y notablemente en 1917 el National City Bank, el cual llegó a manejar los fondos del Estado. El cruce de la Isabela la Católica con Mercedes llegó a ser conocido como la Esquina de los Bancos.
Los bancos operaban más para los grandes comerciantes y las compañías azucareras. Por eso, en 1928 se instaló la Compañía Bancaria Nacional, la primera entidad de capital nacional que recibió depósitos del público. Pero en 1930 llegó Trujillo…
– Era del Caudillo – Tras su golpe de estado en 1930, el dictador Rafael Trujillo heredó un gobierno en severa crisis económica y bajo el control financiero estadounidense. El huracán San Zenón en el mismo año, no ayudó. Pero Trujillo llegó al poder con un diseño claro de consolidar un poder absoluto, en particular en lo económico. Y eso, para él, significaba por ejemplo cerrar la Compañía Bancaria Nacional en 1933, porque los dueños no eran trujillistas. Su meta principal fue saldar la deuda externa de 20 millones de dólares y tomar control de las aduanas de nuevo. Aunque debía pagar la deuda en el mismo 1930, sólo pagó unos 3.5 millones, y negoció una moratoria hasta 1931. De ahí en adelante sólo abonó los intereses. Todavía le quedaban unos 16 millones y pico para saldar. Así que en 1931 Trujillo inició una serie de negociaciones con el Gobierno de los Estados Unidos de América para resolver la situación. Además, inició planes para eventualmente sacar el dólar de circulación, e introducir un nuevo dinero dominicano. No estaba permitido imprimir billetes, pero sí hacer monedas, así que en 1937 se acuñó monedas por un valor de RD $600,000.00, en denominaciones de RD$0.01 hasta RD $0.50 centavos. El público acudió con entusiasmo a cambiar sus viejas monedas, a las cuales le decían, con mucho desprecio, ‘clavaos’, por estas nuevas. Este fue el primer Peso Oro.
– Reforma Monetaria – En 1939 inició la Segunda Guerra Mundial, la cual impulsó la economía dominicana, ya que las exportaciones aumentaron. Así las negociaciones por la deuda culminaron en 1940 con la firma del Tratado Trujillo-Hull. A partir de entonces, la administración de las Aduanas quedó en manos dominicanas, aunque debían usar los tributos aduaneros para pagar la deuda.
Ahora Trujillo necesitaba un banco para manejar estas nuevas finanzas, y así el gobierno compró el National City Bank, el cual ya estaba manejando las finanzas estatales, y en 1941 llegó a ser el Banco de Reservas, el primer banco puramente dominicano. Este logro fue seguido en 1945 con la creación de un segundo banco, el Banco Agrícola. Finalmente el país tenía su propio sistema bancario, con bancos que podían recibir depósitos del público y realizar operaciones crediticias.
Luego, en 1945 concluyó la Segunda Guerra Mundial, y el mundo vio un boom económico de recuperación, en el que también salió beneficiado la República Dominicana. Así el gobierno logró abonar más y más a la deuda, hasta que llegó el 1947, el año que cambiaría por completo el sistema monetario Dominicano. En julio de 1947, el balance de la deuda externa era de $9,271,855.55, y Trujillo estaba atrasado en el pago. Sacó un préstamo del Banco de Reservas sobre este monto, con el cual, finalmente, pagó el resto de la deuda externa. Realmente siguió debiendo el dinero, solo que ahora a otro banco, algo que convenientemente omitió en su discurso por la radio.
Con esta nueva libertad económica inició la reforma monetaria. Eso significaba crear un Banco Central para emitir una nueva unidad monetaria, y una entidad gubernamental que supervisara todos estos movimientos.
Fue así que en octubre de 1947 nacieron el Banco Central y la Superintendencia de Bancos de la República Dominicana.
Las primeras oficinas del Banco Central y de la Superintendencia fueron instaladas en el piso superior de la antigua Casa de Lillis, irónicamente el mismo lugar donde muchas de las malas decisiones financieras habían sido tomadas. Hoy este edificio es la Casa de las Academias. El economista Virgilio Álvarez Sánchez fue el primero en asumir el cargo de Superintendente de Bancos, mientras que Jesus Maria Troncoso fue nombrado el primer director del Banco Central.
Estos formaron la primera Junta Monetaria, la triada monetaria de la República Dominicana que determina las políticas monetaria, cambiaria y financiera de la Nación. Desde estas oficinas, el Banco Central puso en circulación de inmediato la primera emisión de billetes dominicanos, con un valor equivalente al dólar estadounidense. Su similitud estética al dólar fue a propósito, para que ambos fuesen usados indistintamente hasta que se sacara el dólar gradualmente de circulación. Mientras que el Banco Central estaba encargado de manejar la nueva unidad monetaria, la superintendencia estaba encargada de supervisar y monitorear los bancos.
Como Trujillo usaba el sistema bancario para su enriquecimiento personal, era responsabilidad de la superintendencia asegurarse de que Trujillo supiera dónde estaba todo el dinero. El archivo de la nación todavía guarda muchos de estos reportes. El problema tanto para el Banco Central como para la Superintendencia fue que Trujillo estaba a la cabeza del sistema bancario, es decir, el tomaba las decisiones finales. De parte de los empleados del Banco Central y de la Superintendencia se esperaba un servicio incondicional al régimen, y la voluntad de ignorar ciertas discrepancias. Por ser el gobierno de Trujillo, las discrepancias eran parte del día a día, dificultando a los inspectores honestos de la superintendencia hacer su trabajo.
De hecho, hacia finales de la dictadura surgió una crisis financiera, y en 1957 Trujillo se designó presidente de los bancos del estado, y tomó control directo de todos. Así, prácticamente anuló la superintendencia, la cual llegó a ser un organismo inoperante, que observaba cómo el sátrapa estaba tragándose el sistema que debía estar supervisando. Era habitual que los inspectores de la Superintendencia se quedaran callados al detectar malas prácticas en beneficio de Trujillo y su familia. Cuando en efecto las documentaban, los reportes eran archivados, sin generar consecuencias. Pero hubo al menos un vicesuperintendente que no pudo contener su conciencia. A los pocos días de hacer unos comentarios públicos que no eran del agrado del tirano, supuestamente se suicidó bajo circunstancias sospechosas en el malecón. Para el comienzo de la década de los 60, el país estaba en uno de sus peores momentos financieros, gracias a las pésimas decisiones de Trujillo. Había más dinero en circulación de lo que existía respaldo, y la deuda externa se había disparado a más de 60 millones de dólares. Nuevamente, para el sufrido pueblo dominicano, este fue el punto de quiebre.
– Modernización – No fue hasta después de la muerte de Trujillo que el Banco Central, y en especial la Superintendencia, pudieron realmente comenzar a servir su misión verdadera. Con el ajusticiamiento vino más confianza en el futuro, y el surgimiento de más entidades, como el Banco Nacional de la Vivienda, el Banco Popular Dominicano y asociaciones de ahorros y préstamos.
Con más entidades financieras, vinieron más responsabilidades, y en 1967 el Poder Ejecutivo promulgó, mediante Decreto, el "Reglamento Interior de la Superintendencia de Bancos", el cual estableció más claro cuales realmente son las funciones de la Superintendencia de Bancos.
En estas últimas décadas el sistema ha cambiado mucho. El Banco Central y la Superintendencia se han adaptado a los cambios políticos y tecnológicos. En la historia reciente se han hecho importantes esfuerzos para mejorar y modernizar estas instituciones, de acuerdo con sus necesidades y circunstancias.
Particularmente las crisis les ayudaron a crecer y mejorar en su trabajo, porque ayudaron a reconocer fallas, tanto en el sistema bancario, como en sus propios métodos de operación. Así fue con la liquidación del Banco de Santo Domingo en 1979, las quiebras financieras entre 1989 y 1990, y claro, la crisis de Baninter en 2002. Y más recientemente el Banco Central y la Superintendencia de Bancos tuvieron que enfrentar un reto jamás antes visto en la economía y el sistema financiero dominicano moderno: una pandemia.
La Pandemia destacó la gran necesidad de la modernización de bancos hacia lo digital, algo que en especial la Superintendencia está impulsando.
Y para predicar con el ejemplo, la institución diversificó el acceso de la población a sus servicios, especialmente a través de ProUsuario Digital, una aplicación móvil que te permite recibir educación financiera, consultar tu perfil crediticio y presentar denuncias en caso de que sientas que un banco vulnera tus derechos.
De estos 500 años de historia financiera y económica, desde Colón al Situado, hasta la era moderna, hemos aprendido que la confianza del pueblo en las instituciones ha sido un factor determinante en el proceso de evolución desde la botija hasta los servicios bancarios modernos. Un sistema financiero no puede crecer sin la confianza de los usuarios. El desafío es mantenerla. Más de una vez vimos cómo una persona o una entidad se aprovechó de esa confianza, y así devaluó el sistema.
Hoy, entidades como el Banco Central y la Superintendencia de Bancos tienen sobre sus hombros esta tarea: regular y supervisar al sistema para cuidarte.
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